Caminando por un río
entre juncos vi que había
un cuaderno medio lleno
y unos versos que decían:
Soy una niña de un pueblo
llamado Santa María
que mis últimas palabras
las dedico a este condado.
Unas casas habitadas
de gente humilde y buena,
una gente a la que quiero
y les voy a echar de menos.
Los campos de avena y trigo
son los que cultivan ellos
y con su su sudor honrado
se comen el pan ganado.
Al llegar las cortas fiestas
la gente se pone guapa
y en la plaza todos bailan
una jota castellana.
Una iglesia valorada
es algo que ellos poseen,
nada si hay que comparar
con la alegría que ellos tienen.
Si te vuelvo a nombrar
tal vez sea desde el cielo
donde todo yo veré
y os recordaré de nuevo.
Voy a dejar de escribir
porque no me quedan fuerzas,
en mí dentro quedas tú
Santa María por siempre.
María Sanz Argüello.
entre juncos vi que había
un cuaderno medio lleno
y unos versos que decían:

llamado Santa María
que mis últimas palabras
las dedico a este condado.
Unas casas habitadas
de gente humilde y buena,
una gente a la que quiero
y les voy a echar de menos.
Los campos de avena y trigo
son los que cultivan ellos
y con su su sudor honrado
se comen el pan ganado.
Al llegar las cortas fiestas
la gente se pone guapa
y en la plaza todos bailan
una jota castellana.

es algo que ellos poseen,
nada si hay que comparar
con la alegría que ellos tienen.
Si te vuelvo a nombrar
tal vez sea desde el cielo
donde todo yo veré
y os recordaré de nuevo.
Voy a dejar de escribir
porque no me quedan fuerzas,
en mí dentro quedas tú
Santa María por siempre.
María Sanz Argüello.
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